Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.
Cada día se conoce, interactúa o se
observa gente distinta y para una sana convivencia y como un requisito vital se
debe respetarlos.
Primero debe quedar claro
que la tolerancia no es indulgencia o indiferencia, es el respeto y el saber
apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo y las distintas formas
de expresión de los seres humanos.
La tolerancia reconoce los
derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los otros. La
gente es naturalmente diversa; solo la tolerancia puede asegurar la
supervivencia de comunidades mixtas en cada región del mundo.
La tolerancia no solo es un
deber moral, sino como un requerimiento político y legal para los individuos,
los grupos y los estados.
La diversidad de
religiones, culturas, lenguas y etnias no debe ser motivo de conflicto sino una
riqueza valorada por todos. Sin embargo, la ignorancia fomenta la intolerancia
que se expresa en injusticia, violencia, discriminación y marginalización.
La educación es un elemento
clave para luchar contra estas formas de exclusión y ayudar a los jóvenes a
desarrollar una actitud independiente y un comportamiento ético.
Los gobiernos deben aplicar
las leyes sobre derechos humanos, prohibir los crímenes y las discriminaciones
contra las minorías, independientemente de que se cometan por organizaciones
privadas, públicas o individuos. El Estado también debe garantizar un acceso
igualitario a los tribunales de justicia.
Como la educación no es
algo que termina en la escuela es necesario ampliar su enseñanza en todos los
grupos y entornos: en casa, en la escuela, en el lugar de trabajo, en el
entrenamiento de las fuerzas del orden, en el ámbito cultural y en los medios
sociales.
La intolerancia es
especialmente peligrosa cuando individuos o grupos de individuos la usan con
fines políticos o territoriales. Identifican un objetivo y desarrollan
argumentos falsos, manipulan los hechos y las estadísticas y mienten a la
opinión pública con desinformación y prejuicios. La mejor manera de combatir
estas políticas es promover leyes que protejan el derecho a la información y la
libertad de prensa.
La intolerancia en la
sociedad es la suma de las intolerancias individuales de todos sus miembros. La
intolerancia religiosa, los estereotipos, los insultos y las bromas raciales
son ejemplos de intolerancia que se viven en lo cotidiano. La intolerancia
lleva a la intolerancia y para luchar de forma efectiva es necesario que cada
uno examine su papel en el círculo vicioso que lleva a la desconfianza y a la
violencia en la sociedad. Todos debemos preguntarnos: ¿soy una persona
tolerante? ¿Juzgo a los otros con estereotipos? ¿Rechazo a los que me parecen
diferentes?
La no-violencia puede ser
una herramienta muy efectiva para confrontar un problema, crear un movimiento,
demostrar solidaridad con las víctimas de la intolerancia o desacreditar la
propaganda fomentada por el odio.
10 de Octubre de 2018 16:53
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