Comparto con vosotros este artículo que me ha resultado interesante.
A los 90
años, Edith Eger escribe un libro sobre su vida en el campo de exterminio.
«La mejor venganza contra Hitler es que mi libro se haya traducido al alemán y se esté vendiendo en Fráncfort», comenta en una entrevista con Efe la autora, que ahora vive en San Diego, California, tras haber emigrado a Estados Unidos en 1949.
A los 90
años, Edith Eger escribe un libro sobre su vida en el campo de exterminio.
Bailaba en Auschwitz para vivir un día más, para no ser la
siguiente. Edith Eger es, a sus 90 años, una superviviente del infierno nazi
que se sirve de su tragedia y de todo lo que tiene en su mano para construir un
mundo mejor, para luchar por la felicidad que Hitler le robó y que ella ha
recuperado.
En 1944, una columna de humo que salía de donde habían llevado a
su madre «para que se duchara» fue la vía por la que Eger, a los 16 años,
recibió la noticia de que nunca volvería a verla, poco después de acceder al
mortífero campo de exterminio nazi en la Polonia ocupada.
Su padre también murió a causa de la maquinaria del horror
fascista, pero ella fue capaz de subsistir en un entorno de odio donde solo su
sueño de ser bailarina le salvó de la muerte.
Su vida antes, durante y después de la tragedia han sido
recogidas en las memorias de Eger, doctora en Psicología, en una obra titulada
La bailarina de Auschwitz (Planeta, 2018).
Edith Eger convierte su libro en la mejor venganza contra Hitler. - Efe |
«La mejor venganza contra Hitler es que mi libro se haya traducido al alemán y se esté vendiendo en Fráncfort», comenta en una entrevista con Efe la autora, que ahora vive en San Diego, California, tras haber emigrado a Estados Unidos en 1949.
La nonagenaria explica que si por algo consiguió sobrevivir al
Holocausto es por su trabajo, para poder «ayudar a la gente que ha sido
victimizada para que no sean víctimas».
Precisamente, esa es la actitud que rigió su vida en los años
posteriores al genocidio, cuando se puso una meta: que sus hijos nunca vivieran
lo que ella había visto.
«Nunca me retiraré. No creo en las retiradas», asegura Eger,
quien considera que «nunca» superará el terror que le impuso Hitler, sino que
su vida y su felicidad pasan por aceptar lo que vivió hace 74 años.
La angustia era parte de la rutina en Auschwitz; cada vez que
entraba con su hermana en la ducha, la incertidumbre se apropiaba de ellas:
¿sería agua o gas lo que saldría de las tuberías ese día?
El ballet fue su billete a la supervivencia puesto que Joseph
Mengele, el sádico médico encargado de seleccionar quién viviría en Auschwitz,
pedía encuentros con ella para que bailara para él.
La escritora estuvo cerca de alcanzar su sueño, plasmado en una
instantánea en blanco y negro que aún conserva, cuando formaba parte del equipo
olímpico de gimnasia húngaro antes de que el nazismo le excluyera por su origen
judío.
«Si
sobrevivo hoy, mañana seré libre», repetía una y otra vez en su mente mientras
reflexionaba sobre su vida más allá del campo de concentración; una fantasía
junto a su amor de la adolescencia, Eric, al que nunca volvió a ver.
5 de Marzo de 2018
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